Crítica

Las siete cintas

Las siete cintas

Una serie sorprendente por lo atrevido de su contenido y forma, debida a los desconocidos Diego Blanco Albarova y Ricardo del Pozo. Hay muchas razones para valorarla, más aún teniendo en cuenta la escasez de medios y la brevedad de la narración. Por supuesto, no es fortuito el título paralelo a la conocida serie de Netflix Por trece razones y similar marco de la historia de Jota, un adolescente que encuentra en la puerta de su casa un paquete anónimo con siete cintas de casete grabadas por alguien que parece conocerle bien y que quiere revelarle a lo largo de las cintas las razones por las que ha muerto.

¿Dónde está entonces lo novedoso y lo atrevido? Pues que ya en el primer capítulo se da a conocer al espectador al misterioso remitente de las cintas: el mismo Dios. Así que esta serie de capítulos brevísimos, apenas cinco minutos cada uno de ellos, da la vuelta a la tortilla y no deja indiferente, quieres ver lo que ocurre en la siguiente grabación a la par que el protagonista. Se entrelazan así historias cotidianas de amigos, de familia, de clase, de amor, con un trasfondo que invita a pararse a pensar en el sentido de la existencia, de la realidad del ser humano desde una antropología cristiana, de la historia, del bien y del mal.
Hay interpretaciones notables, especialmente la de Juan Ventas como Jota y la de Pablo Ventas como su amigo Dogo y, por supuesto, la del que representa al mismo padre de la mentira, Lucifer, que interviene directamente en uno de los capítulos.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s